10.09.2015

Quiero olvidar. I WANT TO FORGET.


I WANT TO FORGET.

I want to forget this man who died
Because he does not opined like those mine.
I want to hush the bleak sigh
Of these black poppies
Who grew up over the overdue bodies,
These bodies that lie in the grave of rancour,
And who die each day a little more
That is because mercy has amnesia.

I want to forget those disembodied beings,
Those eyes that saw death,
Those lips that have torture's presentiment
Those hands gripped of
The wire fence in ignominy fields.

I want to forget this woman who was at fault
To love the one who did not win the peace,
This woman who drags his tormented soul
Through a field mown of love and sanity.
I want to forget this woman without light
That dwelled in agony of the ending days.

I want to forget these orphans of exile
Roaming the world not knowing where they belong
Because one day I killed a brother
That does not opine like those mine.

Harmonie Botella


10.08.2015

Caóticos versos desencajados. en venta en todas las librerías

Palabras que vuelan. poesía infantil




PALABRAS QUE VUELAN


Manos negras, blancas y amarillas

semillas del futuro y la paz,

se unen y surcan las constelaciones

del amor y de la amistad.


Ojos brillantes de esperanza

fertilizan la tierra generosa

la certeza, la fraternidad, la promesa

las rosas y las orquídeas.


Niños del cielo, del arco iris y del rocío

jugando y riendo en la torre de Babel,

cantando canciones de todos los colores,

arrullados por ilusiones fraternales ...


Una paloma vuela sobre sus cabezas inocentes,

y les inunda de candor de miel y de oro.

Una suave lluvia riega las semillas de la armonía

y de la bondad a través de las palabras de los infantes.


Palabras que vuelan más alto que las aves

para que la libertad y la paz

germinen en un mundo sin fronteras,

sin armas, sin bombas, sin odio.


Palabras que me inundan y comparto

con mis hermanos y hermanas de todos los países

para hilvanar el camino de la unión,

el sendero de la alianza, la vereda de la paz.


Las palabras despiertan, las palabras tienen alas

y viajan en nubes de algodón.

Niño de la pradera, criatura de la ciudad, hijo del desierto,

agárralas, amalas, compártelas.

Harmonie Botella


8.17.2015

Trecientas luces.


Trescientas luces.

Centelleos de primavera entre flores,

verduras, tenderos y estallidos

se disolvieron bajo las bombas y pesares.

Guiños aduladores y castos

resistiendo a la metralla homicida

se transformaron en muecas de dolor insolentes.

Noventa verdugos ennegrecidos

sobre los colores irisados y resplandecientes

con los estruendos sordos y asesinos

licuaron la sangre de los inocentes.

Trescientos albores se desvanecieron

en los relámpagos de una oscuridad tétrica

que los malditos pájaros del odio profirieron.

Trescientos candiles se apagaron

cuando las sirenas de Alicante

como desquiciadas a la muerte aullaron.


Harmonie

8.13.2015

Souvenirs, souvenirs

8.10.2015

Encuentro nacional de ANUESCA 2015

Escarcha fogosa



Escarcha fogosa

Escarcha fogosa de la exaltación cárdena,
viento apagado, en los disipados arenales pajizos,
que liviano se desliza sobre la cobriza piel licenciosa
y enardece la osadía de los sentidos ardorosos,
te licuas en un atrevida y licenciosa cadena,
enajenas el impulso de los lechos abrasados.
Encendidos labios carmesíes y palabra dulzona
zanganean por los sotos recónditos
de la pasión dilatada en indómita condena.
Se disipan los acalorados heleros azulinos
en el seno grácil de la onda blanquecina
y renacen en el reflejo quebradizo de los espejismos.

7.30.2015



EMIGRANTE
Una macuto estropeado debajo de la cama.

Una maleta color del tiempo deslucido, de los días apagados, de las horas sin vida.

Un macuto con olor a rancio, a humedad, a recuerdos mustios, a pasado añejo.

Y él .Él. El otro. Él que no sabe de dónde es ni a donde va.

Él que no tiene la piel blanca, él que no tiene el pelo liso, y habla otro idioma,

él que no reza porque ya no sabe en qué creer.

Él. No es él. Es un ser que viene de la hambruna

y se dirige hacia la nada de los países modernos

donde el hombre es hombre si alcanza el éxito material.

Emigrante, balsero, patero. ¡Qué importa!

Venga de donde venga es carne de cañón.

Lo juzgan como el culpable de los males del país, de la delincuencia, de las mafias.

Cuando los demás tienen miedo le achacan la alta tasa de paro, la delincuencia, la inflación.

Si la nación está en bancarrota, él es el malhechor.

Sobrevive en guetos dónde le relegan porque no tiene suficiente dinero

para pagarse un alquiler y dar de comer a los suyos.

Le acusan de ser un paria, un maleante que te plantará un cuchillo en la próxima esquina.

Que no le den contrato basura y le paguen como a los blancos,

vivirá en una casa decente con sus hijos que vestirá de punta en blanco

en vez de esperar la santísima caridad.

Tiene pavor a que le pongan una estrella en el pecho, una estrella negra,

para distinguirle de los buenos, de los puros,

de los que le tienen miedo cuando ya no tienen argumentos.

Le causa espanto esta ola de antipatía, odio, patriotería y xenofobia que ruge sobre la mar sangrienta.

Pavor despierta en su alma de extranjero estas ondas encrestadas de fanatismo

y discriminación que le condenan por ser diferente.

Su piel oscura es la osadía que Dios o el diablo le han dejado como huella

para que todos crean que él es el responsable de la decadencia de un país

que pierde sus valores, como otros pierden su vida saltando vallas electrificadas,

cruzando mares asesinos.

La muerte embalsama su vida.

Antes, mientras y después le acecha para llevárselo en un santiamén

hacia un país donde ya no será el otro.

Harmonie Botella


7.27.2015

Los girasoles




- Si Señora. La Señora tiene razón. Que me disculpe la Señora.

Enriqueta deja de disculparte y atiende un poco más lo que te digo. Llevo tres años repitiéndote lo mismo. Al señoriíto no le gustan las tostadas con este aceite que nos trae de tu pueblo. Ya te dije que lo dejaras para freír. Otra cosa, cuando le abras las cortinas por las mañanas no entre canturreando y gritando que el sol salió hace horas. Al señoriíto no le complace tanto barullo, sé más discreta. Retírate enseguida y no le pregunte si ha dormido bien o como se encuentra, ya sabe que tan temprano no tiene ganas de hablar...

- Si Señora. La Señora tiene razón. Que me disculpe la Señora.

- Enriqueta, te lo suplico, cambia tus respuestas. Pareces un disco rayado.

- Si Señora. La Señora...

- Basta, Enriqueta. Estoy cansada de oírte. Cierra la boca de una vez y empieza con la faena. Esta mañana me limpias la cristalería y la cubertería con este producto que compraste hace poco. Pero ponte en el patio, ese liquido es tan fuerte, que me asfixio y además ya sabes que mis hijos después se pasan el día tosiendo por la dichosa química que llevan estas soluciones de limpieza. Si hace demasiado frío en el patio ponte un poncho de lana. Cuando hayas acabado, colocas dos o tres botellas de butano en la cristalera para que no nos quedemos sin calefacción a lo largo del día. Y después te pones a preparar la comida del mediodía, que hoy vienen todos a comer. Y date prisa, Santo Dios, que no te mueves ni a la de tres. Ya me llevas frita con tus ojos agachados y perdidos en no sé que. No entiendo como pudimos acogerte a nuestro servicio con lo lenta que eres.

_Si Señora. La Señora...

_Por la Virgen Santísima cállate ya y trabaja!”

Claro que Enriqueta se va a callar y trabajar. Jornada de doce horas, días nublados y gélidos. Sólo puede trabajar y recordar en un momento de respiro los campos de girasoles que ondulan con la caricia de la brisa mañanera, los amaneceres que inundan las praderas, la cantinela de las avecillas que se pelean las semillas esparcidas por la tierra ocre.

La tierra ocre, los girasoles no dan de comer para todos. Los que tienen alguna posibilidad huyen como ella hacia las grandes ciudades donde les espera un abanico de perspectivas nuevas para empezar una vida diferente, mandar dinero a los suyos, y quizás montar un negocio.

Nueva vida, si. Come todos los días. La señora es muy buena y le da todas las sobras. No escatima en la cantidad. Cuándo ya ha comido Enriqueta, si queda algo se lo da al perro. Si no hay nada, Enriqueta le prepara un buen arroz con lo que el carnicero le da. La verdad es que el perro come mejor que la familia que se quedó en el pueblo.

A pesar del frío de esta región, la muchacha no tiene por que quejarse, duerme en un cuartucho cerca del jardín. Es independiente. No como en su casa donde compartía la habitación con tres de sus hermanos. El calor que desprendían sus hermanos la protegía del frescor de la noche. Aquí se acurruca debajo de las viejas mantas que le dio la señora y sueña. Sueña que es libre como las golondrinas que surcan los azures del limbo y se adentran en el vergel índigo. Nubes de chispa destellante, hojas de aguamiel, armonías seráficas mecen sus quimeras ingenuas.

Un día renacerá. Será guapa, rica e inteligente. Vestirá como su Señorita ropa de seda, leerá libros de amor, enamorará a un joven heredero y se casará. Tendrán muchos hijos. Contratará a una ama de llaves y una campesina de su mismo pueblo cuidará de los retoños.

Una campesina de su mismo pueblo... Enriqueta percibe que la historia vuelve a girar siempre en el mismo sentido... la campesina dormirá en el cuartucho del jardín y ella al igual que la señora le dará los restos de la comida y dos viejas mantas agujereadas para combatir el frío relente de las noches...
El frío la despierta y le recuerda donde está y cual es su cometido. Servir, limpiar, obedecer por un mísero salario. Obedecer ordenes y contraordenes de la señora, del señor, de la señorita, del señoriíto. ¿ Pero ella quién es? No recuerda ya su enditad, su pasado. No sabe cuál será su futuro. ¿ Vivirá siempre aquí con esta familia? ¿ Toda su vida será una freganchina inculta?

No hay salida a la incultura, a la pobreza, a la injusticia. ¿ Dónde se ha visto que una pobre ilusa como ella, acceda a una suerte mejor? Sólo puede trabajar para comer, mandar dinero a su familia... ¿y que más? Nada más. ¿ Quién dijo que el trabajo liberaba? El trabajo embrutece, demuele y te come el cerebro y las entrañas. Te corroe de tal forma que ya no sabes quien eres. Trabajas por no morir, por que no hay otra escapatoria.

“ _ Enriqueta, ¿ estás sorda? No me oyes?”

Si, Señora, te oigo, y oigo a tu cochino dinero, a tu retorcida honra, a tu maligno poder arruinar mis pobres esperanzas. Oigo tu pasado ancestral devorar mi médula, cegar mis ojos inquietos, levantar el muro indecente del despotismo, de la dominación. La tiranía me subleva y quiero ser ejercito para aplastarte, para tirarte a la cara estas mantas apestosas y podridas que me regalaste. Quiero vomitarte a la cara las sobras de la comida que me diste para taparme la boca, para que no me quejara, para que clamara lo generosa que eres. Tu poder me avasalla. Me esclavizas y me tiranizas. ¿Que soy para ti? ¿Una objeto, un animal? Recuerda que soy la Enriqueta, la que hace funcionar tu maldita casa, la que está perdiendo su fuerza y su juventud, fregando tus suelos.

“- Enriqueta si no acudes te despido...

_Que me perdone la Señora estaba...

-Enriqueta, estoy harta de ti, me sacas de quicio con tus ñoñerias

-Si Señora. La Señora tiene razón. Que me disculpe la Señora.”

Enriqueta inclina la cabeza, cierra sus ojos vacíos y suspira.

El circulo sigue enredándose. Ni el principio ni el final existen. Es un cerco hacia el vacío, hacia la decadencia de la personalización.


Harmonie